Nicaragua y sus posibilidades en el superciclo electoral
latinoamericano
Un editorial de Urnas Abiertas
En los últimos
meses hemos visto elecciones presidenciales en la región, con gobiernos electos
que vienen a cambiar la política latinoamericana, en algunos casos estos nuevos
gobiernos pueden impactar en mayor o menor medida a Nicaragua, y a veces aunque
pareciera que nuestro país está fuera de estos debates, ciertamente dialoga y
puede encontrar en estos luces para entender sus propios procesos democráticos.
En 2021 inició un
superciclo electoral en América Latina que durará hasta 2024, en el que todos
los países de la región tendrán elecciones presidenciales y legislativas, a
excepción de Bolivia. Esto abre nuevas
posibilidades para reconfigurar el tablero geopolítico regional, en parte
por un cambio de correlación de fuerzas, y en parte como castigo a los
gobiernos salientes, así lo hemos visto recientemente en Honduras, Costa Rica y
Chile; o como podríamos estar por presenciarlo en Colombia y Brasil.
América Latina en
“modo protesta”
Este superciclo
electoral llega precedido por enormes
movilizaciones ciudadanas producidas por las grandes desigualdades que se viven
en la región, la más desigual del mundo dicho sea de paso, que ningún
modelo político-económico ha sido capaz de resolver por completo en los últimos
años. Un ejemplo de las demandas en contra de la desigualdad es la consigna con
la que inició la revuelta popular en Chile: “no son 30 pesos, son 30 años”, en
alusión a los 30 pesos de aumento del transporte público aprobado por el
gobierno en 2019 y a los 30 años de la transición post-dictadura que mantuvo el
mismo modelo económico en el país.
Para Daniel Zovatto, de IDEA Internacional, de la
mano de la reactivación económica post-pandemia viene la reactivación política
en las calles, ya que el ciclo de protestas no terminó, sino que únicamente
entró en una pausa debido a la pandemia, pero en ese tiempo los gobiernos no
resolvieron las causas estructurales que motivaron las protestas ciudadanas de
los años anteriores.
Ante este contexto,
es muy probable que las urnas y las elecciones de este superciclo no resolverán
los problemas ciudadanos. Sin embargo, los resultados de Latinobarómetro
en 2021 exponen, que para la
región es tan importante votar como mantener las protestas sociales contra las
desigualdades y los avances autoritarios.
Esto nos plantea la
relevancia que tiene para la ciudadanía los canales institucionales para
generar o por lo menos canalizar las transformaciones que la región necesita y
exige en las calles, que como el mismo estudio indica: está en “modo protesta”.
Contexto alarmante:
democracia en riesgo
Las posibilidades
de cambio que representa este superciclo electoral también hace tambalear a los
gobernantes actuales, que identifican el riesgo de que sus proyectos políticos
no sean renovados, de salir debilitados de las elecciones o directamente de
enfrentarse a la justicia que les espera al salir del poder, como en el caso de
Nicaragua.
Por eso, no son
sorpresivos los ataques a la democracia electoral desde los mismos actores
“democráticos”, candidatos, gobiernos, presidentes y otras instituciones
públicas se han encargado de realizar acciones que debilitan o siembran
desconfianza en los sistemas electorales, como los señalamientos infundados de
fraude en Costa Rica, los ataques a la autonomía de la autoridad electoral en
México, la campaña difamatoria contra las urnas electrónicas en Brasil o el uso
del sistema judicial para inhibir candidaturas en Ecuador, Venezuela y
Nicaragua.
Según los datos del
reporte de Varieties of Democracy, 2021 cerró
con el 70% de la población mundial
viviendo en autocracias o en democracias en retroceso, el mismo estudio
apunta que los actuales niveles de
democracia son similares a los que se vivían en 1989, un retroceso de más
de 30 años, y con declives importantes
en América Latina, así como otras zonas de Europa y Asia.
Así que, a pesar de
que para la ciudadanía latinoamericana las urnas podrían representar un camino
para canalizar las demandas sociales, las élites políticas por su parte se han
encargado de erosionar estos mecanismos, lo que ha provocado una enorme crisis
de confianza en la democracia y en las instituciones electorales, una crisis de democracia que exige más
democracia y mejor democracia.
Lamentablemente, en
este superciclo electoral se ha evidenciado que la región también está plagada
de élites políticas que no están a la
altura de los tiempos, que son incapaces de defender la democracia, que por
el contrario aceptan o promueven condiciones antidemocráticas, incluso se
terminan beneficiando de las mismas, lo que ha provocado que los partidos
políticos sean las instituciones peor evaluadas de las democracias
latinoamericanas, según Latinobarómetro.
Nicaragua y sus
posibilidades en el superciclo electoral
El contexto
regional, que parece uno de los más complejos de las últimas décadas, nos
demuestra que Nicaragua no es ajena, sino que más bien es parte de esta ola de
gobiernos autoritarios y antidemocráticos que recorre Latinoamérica.
A pesar de la grave
crisis en la que actualmente se encuentra la democracia representativa y el
sistema de partidos políticos, lo cierto es que los procesos electorales en
otros países implican competencia electoral, campañas políticas, presentación
de programas, debates presidenciales, fiscalización del discurso público y
movilizaciones ciudadanas. Además, todavía funcionan, en menor o mayor medida,
los mecanismos institucionales para reconfigurar el sistema político, cambiar
las constituciones, iniciar procesos de justicia y resolver disputas
electorales, todo lo que en Nicaragua no es posible, hacia esta realidad
queremos enfocar la mirada.
En Nicaragua, en
este momento, no es posible votar, ni protestar. Considerando que ambos
mecanismos son igual de importantes para la población, se deben articular acciones alrededor de que el
primer paso para recuperar la democracia es el levantamiento del estado
policial y el respeto irrestricto de las libertades fundamentales, que
incluye la libertad de todas las personas presas políticas, pues es bajo estas
condiciones que el país puede encontrar posibilidades de cambio, propias del
superciclo electoral en el que está inserto.
En este 2022, otro
año electoral para Nicaragua, le
corresponde a las fuerzas democráticas estar a la altura de los tiempos,
exigir que cualquier proceso democrático se desarrolle bajo condiciones
adecuadas y garantizar una amplia participación ciudadana que escuche las
demandas sociales, las cuales exigen más
y mejor democracia, y menos desigualdad.
En estas elecciones
municipales, tan importante será garantizar que todas las fuerzas políticas
puedan participar, que nadie vaya obligado a votar, o que sufra represión al
hacerlo y que sus votos sean contados transparentemente, así como la
posibilidad de movilizarse, de hacerse escuchar en las calles, de presionar por
lo que se espera de las instituciones. Deshabilitar
cualquiera de los dos mecanismos o aceptar un proceso electoral que no los
garantice, lejos de ofrecer una solución solamente profundizará la crisis de
democracia y derechos humanos que ya está instalada. En Nicaragua corresponde
exigir un proceso electoral que abra el camino para una transición con justicia
y libertad, aceptar menos de esto es no comprender el momento histórico en
el que nos encontramos.
Nuestras Plataformas