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Los
conflictos armados, bloqueos impuestos ante la pandemia covid-19, obstáculos
burocráticos y la falta de financiación dificultan iniciativas de las Naciones
Unidas para proporcionar asistencia alimentaria urgente, señaló este viernes 30
un reporte de la FAO y el Programa Mundial
de Alimentos (PMA).
El
resultado es que 41 millones de personas están en riesgo de padecer hambruna,
en 23 áreas críticas, a menos que reciban de inmediato asistencia alimentaria y
relacionada con medios de vida, de acuerdo con el análisis del PMA y la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura).
Ya
en 2020 unos 155 millones de personas en 55 países padecieron una crisis con
inseguridad alimentaria aguda o situaciones peores (Fase 3 o superior de la
Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria, una escala con cinco
fases).
Esa
cifra representó un incremento de 20 millones de personas con respecto a 2019,
y el temor del PMA y la FAO es que este año la tendencia va a empeorar.
“La inmensa mayoría de quienes están al borde del hambre son agricultores”: Qu Dongyu.
“Las
familias que dependen de la asistencia humanitaria para sobrevivir penden de un
hilo. Cuando no podemos llegar a ellas, ese hilo se corta y las consecuencias
son realmente catastróficas”, advirtió el director del PMA, David Beasley.
De
su lado, el director de la FAO, Qu Dongyu, destacó que “la inmensa mayoría de
quienes están al borde del hambre son agricultores”.
Por
ello, “además de prestar asistencia alimentaria, debemos hacer todo lo posible
para ayudarlos a reanudar la producción de alimentos por sí mismos, a fin de
que las familias y las comunidades puedan volver a ser autosuficientes y no
solo dependan de la ayuda para sobrevivir”, dijo Qu.
Los
23 lugares críticos señalados en el informe FAO-PMA comprenden áreas de 28
países, parte de ellos entre los más pobres del mundo: Afganistán, Angola,
Burkina Faso, Chad, Colombia, Corea del Norte, Etiopía, Guatemala, Haití,
Honduras, Kenia, Líbano, Liberia, Madagascar, Malí, Mozambique y Myanmar.
También
Nicaragua, Níger, Nigeria República Centroafricana, República Democrática del
Congo, Sierra Leona, Siria, Somalia, Sudán, Sudán del Sur y Yemen.
En
esos lugares la FAO y el PMA prevén que los conflictos armados, las
repercusiones económicas de la covid-19 y la crisis climática eleven los
niveles de inseguridad alimentaria en el período agosto-noviembre de 2021.
Las
amenazas transfronterizas son un factor agravante en algunas regiones, como por
ejemplo las infestaciones de varios tipos de langostas, que devastan cultivos y
pastizales en el Cuerno de África y en África austral.
Las
limitaciones para el acceso humanitario constituyen otro factor agravante, que
dificulta los esfuerzos dirigidos a frenar las crisis alimentarias y prevenir
la inanición, la muerte y el colapso total de los medios de subsistencia, se
indicó.
El
acceso humanitario “no es un concepto abstracto. Significa que las autoridades
aprueban los trámites a tiempo para que los alimentos puedan trasladarse con
rapidez, los puntos de control permiten el paso de los camiones y su llegada a
destino, y el personal humanitario no es objeto de ataques”, dijo Beasley.
Entre
los países que actualmente se enfrentan a los obstáculos más importantes que
impiden la llegada de ayuda para quienes más la necesitan figuran Afganistán,
Etiopía, Malí, Mozambique, Myanmar, Níger, Nigeria, República Centroafricana,
República Democrática del Congo, Siria, Somalia, Sudán, Sudán del Sur y Yemen.
El
reporte indica que Etiopía y Madagascar se han sumado a Sudán del Sur y Yemen
como puntos particularmente críticos, con poblaciones que ya están en
situaciones catastróficas de inseguridad alimentaria.
En
Etiopía la situación se asocia al conflicto armado en la región de Tigray,
donde llegar a quienes necesitan ayuda sigue siendo un enorme desafío y en
septiembre el hambre puede ser una catástrofe para más de 400 000 personas.
En
el sur de Madagascar se prevé que la peor sequía en 40 años -combinada con la
subida de los precios de los alimentos, las tormentas de arena y las plagas que
afectan a los cultivos básicos- empujará a 28 000 personas a condiciones
similares a la hambruna antes de que acabe el año.
En
el Caribe el mayor temor está en que en Haití, donde la situación alimentaria
ya es precaria, probablemente la producción de alimentos disminuya por la falta
de lluvias suficientes, lo que se suma a la inestabilidad política, el impacto
de la covid y la inflación sobre los precios de los alimentos.
El
informe concluye con recomendaciones por país que incluyen intervenciones de
emergencia a corto plazo, así como otras de mayor alcance para proteger los
medios de vida rurales y para incrementar la producción de alimentos.
A-E/HM
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